miércoles, 18 de diciembre de 2013

Capítulo 23

Mi Seductor Amigo
Capítulo 23

Los últimos momentos de sueño que le quedaban de lo poco que había dormido, se desvanecieron cuando lo vio ante su puerta.
V: ¿Qué haces aquí?
M: ¿Siempre abres en pijama sin preguntar quién es? (gruñó Marcos).
V: A esta hora (intentó no pensar en el hecho de que estaba mejor en carne y hueso que en sus fantasías somnolientas) me pareció seguro asumir que las únicas personas que podían estar tocando a mi puerta serían los bomberos, que venían a evacuarme por las llamas que devoraban mi casa.
M: Espero que eso no signifique que ya habías empezado a preparar el desayuno (dijo, logrando de algún modo pasar junto a ella para avanzar por el pasillo hacia dentro del apartamento).  Porque de camino he traído algunos bollos.
V: ¿Por qué lo has hecho?
M: Para ahorrarte tiempo.  Ya sabes lo quisquilloso que es Daniel con la puntualidad.
Sintiéndose como en un sueño, Victoria cerró los ojos y volvió a abrirlos.  Todo seguía igual.
V: ¿Qué pasa? Se suponía que debíamos reunirnos con Daniel a las siete y media en la oficina.
M: Y así es.  Pero decidí que lo mejor era pasar a recogerte.
Debía estar bromeando.  Vivía en la otra punta de la ciudad y a sólo veinte minutos de la oficina; desde la casa de Victoria se tardaban cuarenta y cinco minutos en llegar, siempre que no hubiera mucha congestión de tráfico en el centro de la ciudad.
V: Marcos, ¿estás...?
M: ¿Dónde tienes la radio, Victoria? Me gustaría escuchar las noticias mientras desayuno.
V: Ponte cómodo (señaló el equipo de música, incapaz de manejar la situación hasta no haberse duchado), pero no te molestes en prepararme nada.  Sólo tomaré café.
M: Debes comer, Victoria.
V: No, si no quiero.
M: ¿Dónde guardas el café descafeinado? (puso dos servicios en la mesa, como si no la hubiera escuchado).
V: No tengo.
M: Oh...  bueno, en ese caso imagino que tomaré mate.  Luego puedes comprar descafeinado.
V: No lo haré (replicó, irritada por el modo en que se había adueñado de su cocina).  Odio el descafeinado.  Ni siquiera empiezo a respirar hasta no haber tomado una taza y media de buen café negro.
M: Bueno (se encogió de hombros), a partir de ahora tendrás que practicar respirar desde el momento en que te despiertes.  Pero no te preocupes, ya que no conozco a nadie que haya muerto por dejar el café.
A: ¿Sí? Pues la gente que ha muerto a manos de alguien desesperado por su dosis de cafeína corre el peligro inmediato de aumentar en uno (él le sonrió con expresión condescendiente al tiempo que servía unos bollos en los platos).  ¡Marcos! Te he dicho que no quiero desayunar.
M: Lo sé.  Pero, como decía siempre Flor, el desayuno es la comida más importante del día.  Y apuesto que un mordisco a este croissant te hará cambiar de idea.  ¿Cómo quieres el mate? ¿Amargo o dulce?
V: ¡Marcos! (lo agarró del brazo para llamar su atención).  ¡No quiero mate, ni descafeinado, ni bollos que te alteran la mente! Sólo quiero café.  C-A-F-É.  ¿Vale?
M: No, Victoria...
V: ¿Qué?
M: La cafeína no es buena para el bebé, así...
V: ¿Qué no es bue...? ¡Oh, por el amor del cielo! ¡No estoy embarazada! (haciéndole entender a Marcos su enojo).
M: No lo sabemos con seguridad (respondió con calma).  Y hasta entonces, lo mejor es no correr ningún riesgo.  Anoche pensé mucho en ello, y así como ambos esperamos lo mejor, debemos estar preparados para lo peor. 

El hecho de que no lo planeáramos no elimina nuestras responsabilidades, razón por la que, si estás embarazada, nos casaremos de inmediato.  A propósito (continuó, mientras vertía agua caliente en la pava), también hablé con un abogado amigo mío, y al parecer hay un período de espera entre la solicitud de una licencia y casarse.  La buena noticia es que se puede evitar en ciertas condiciones, y estoy seguro de que Daniel conocerá a alguien que nos acelere el proceso.
V: Marcos...  ¿estás tomando alguna medicina?
M: No, ¿por qué? (frunció el ceño).  Oh, ya entiendo.  Quieres saber si existe la posibilidad de que afecte a mi esperma.  Relájate, aunque si de verdad te preocupa puedo someterme a algún análisis.
No había querido volverlo loco, pero, como continuara de esa manera, quien terminaría encerrada en una celda acolchada sería ella.
Continuará…

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