miércoles, 18 de diciembre de 2013

Capítulo 22

Mi Seductor Amigo
Capítulo 22


Victoria siguió su mirada indignada hacia las puertas de cristal de la terminal nacional, y al ver a Ángela se sintió aliviada.
V: ¡Ángela! (gritó, aunque no pudo agitar la mano porque Marcos se la sujetó).
M: Yo te habría dejado en casa (dijo con frialdad).
V: No seas ridículo (se soltó).  Vives en la otra punta de la ciudad.  La tarifa del taxi habría sido exorbitante.
M: ¿Cuándo te has empezado a preocuparte una tarifa de taxi? Desde que te robaron el coche tú has gastado más que nadie en taxis.
V: Punto que nunca has dejado de recordarme (replicó).  No hay modo de complacerte, ¿verdad?
M: Eso no es cierto, Victoria.  Estas noches lo conseguiste...  varias veces.
V: No estoy interesada en hablar de lo sucedido allá.  Nunca.
M: Es una pena, porque dentro de unos meses quizá tengamos que hablar de técnicas de parto.
V: No estoy embarazada.
M: Eso esperamos.  Por desgracia, la esperanza no es una medida fiable para evitarlo.
A: ¡Hola, chicos! (para Victoria, la llegada de Ángela no podría haber estado mejor sincronizada.  No sólo le evitó tener que responder, sino que coincidió con la desaparición por segunda vez en las entrañas del edificio de las maletas de él).  ¿Cómo fue el viaje, Marcos?
V: Fructífero (contesta Victoria, decidida a abortar cualquier conversación).  Toma (adelantó el carrito con su equipaje y agarró a Ángela por el codo).  Muy bien, vámonos.  ¿Dónde has aparcado?
Si Marcos ofreció alguna respuesta a su “Nos vemos”, Victoria no la oyó por encima del caos emocional que reinaba en su interior; pero sintió sus ojos en ella todo el trayecto hasta la salida.
A: ¿Qué pasa? (preguntó Ángela, notando una tensión entre Marcos y Victoria, pero sobre todo la actitud de su amiga).
V: Nada.
A: Entonces, ¿qué prisa tienes y por qué me aprietas con tanta fuerza el codo, como si quisieras cortarme la circulación?
V: Lo siento (la soltó).
A: De acuerdo...  ¿qué pasa entre Marcos y tú?
V: Nada.
A: Vamos, Victoria.  Estás hablando conmigo.  Sé cuando te sientes molesta.  Y la tensión que había entre ustedes dos no me la he imaginado.
V: Muy bien (sonrió al tiempo que soltaba un suspiro resignado).  Tienes razón, estoy molesta...  Brian Carrillo estuvo alojado en la isla.
A: ¡Santo cielo! (Ángela quedó boquiabierta).  Bromeas, ¿verdad?
V: No.  Brian y su recién adquirida esposa estuvieron allí.  A propósito, gracias por venir a recogerme.  Invito yo comida china de camino a casa.
A: Buen intento, pero olvida la comida (dijo Ángela).  Sólo quiero que me cuentes lo que sucedió en Illusion Island.  Hasta el más mínimo detalle por insignificante que te parezca.  Repito...  ¿qué pasa entre Marcos y tú?
V: Ya te lo he dicho...  nada.
A: Exacto.  Así que empieza a contarme algo.
V: Ángela, no hay nada que contar.  De verdad.  Ningún drama.  La situación se hizo un poco incómoda cuando apareció Brian.
A: ¿Por qué?
V: ¿Por qué, qué? ¿Por qué fue Brian allí?
A: ¿Por qué la incomodidad?
V: ¡Dios, Ángela! ¿Tú por qué crees? (espetó, decidiendo que hacerse la ofendida era lo mejor en vista de la tenaz curiosidad de su amiga, Ángela).  No resultó muy fácil estar en la misma isla en esas circunstancias.   Y, si no lo has olvidado, Marcos no se alegró mucho cuando le conté lo que sentía por Brian.  Al tenerlos en la isla, no dejó de recordarme que estaban casados y que yo había ido a trabajar.  Imagino que si percibiste tensión entre nosotros es porque me molestó que me tratara como a una especie de muñeca poco seria (Victoria se felicitó por su respuesta sincera, pero ambigua, aunque por la expresión de Ángela le dio a entender que no estaba del todo convencida, por lo que añadió).  Y tampoco ayudó que la última esposa de Frank haya sido una antigua amante de Marcos. 
A: ¡Qué!
V: ¡Sí! Estábamos todos.  Te lo aseguro, Ángela, Marcos y yo no hemos hecho otra cosa que andar de puntillas,  ¿Es de extrañar que estemos un poco tensos?  No resultó fácil concentrarse con las negociaciones cuando ambos nos veíamos constantemente enfrentados con nuestro pasado emocional.
A: Cielos, Victoria, no me sorprende que tengas ojeras.  Apuesto que te alegra que todo haya terminado.
V: Sí...  (O al menos eso creo pensó Victoria).
Continuará…

No hay comentarios:

Publicar un comentario